viernes, 12 de junio de 2009

EL ARTE DE LA COMUNICACIÓN
Los seres humanos somos seres parlantes. Necesitamos y amamos hablar, pues este don nos permite conocernos, conocer y armonizar la convivencia social. Lamentablemente cometemos graves errores en la conversación cotidiana y nos autogeneramos conflictos y enemistades. Desde que la evolución nos permitió adquirir el lenguaje articulado, de palabras con Significado, interactuamos a diario por medio de la conversación.
Conversamos para obtener o dar información, motivar, entretener, convencer o persuadir. Aunque charlar con otros puede parece a simple vista algo fácil, sencillo e intrascendente, ha tenido que pasar mucho tiempo para que podamos hacerlo. Hablar nos da la posibilidad de comunicarnos pero no la garantiza, pues saber hablar no significa saber comunicarse. A juzgar por las estadísticas de divorcios, rupturas comerciales y violencia creciente, pareciera, más bien, que son pocos los que conducen sus conversaciones de manera lo suficientemente adecuada, que les permita evitar, reducir o suprimir la tendencia creciente a la conflictividad. Puede decirse que existen, en esencia, dos tipos de conversación: una que llamaremos catártica y otra que denominaremos dirigida.
En el primer tipo de conversación, la pretensión de quien habla es divertirse, distraerse, relajarse. Se busca entablar un diálogo ligero sin predisposiciones temáticas, para compartir y sentirse bien emocionalmente.
La conversación dirigida u objetiva, busca obtener un resultado previsto, distinto a la mera distracción. Se quiere llevar al interlocutor a pensar, sentir o hacer algo. Por esta razón, se requiere atender a cada detalle que pueda afectar el resultado deseado.
El éxito de cada uno de estos tipos de conversación puede obtenerse siguiendo algunas reglas básicas de eficacia comprobada.
Lo primero que nos toca hacer es cerciorarnos del tipo de conversación de la cual se trata: catártica o dirigida.
En una buena conversación catártica las indicaciones a seguir son las siguientes: - Exprésese y permite al otro expresarse libremente.
- Escuche de manera relajada.
- Evite discutir y competir.
- Evite tratar temas complejos.
- Sea conciliador y evite tener razón.
- Se relaje, ría y disfrute.
- Aproveche para conocer mejor a su interlocutor.
La idea es que el final de estos encuentros sea fresco y relajante. En el segundo caso las cosas cambian. Aquí, en virtud de que existe un objetivo preestablecido, todo tiene importancia, por lo que se espera que usted: - Reconozca el valor de la imagen y los roles.
- Sea cuidadoso al elegir momento y lugar.
- Valore el tiempo dedicado al conversación.
- Elija adecuadamente su lenguaje.
- Escuche más y hable menos.
- Sea moderado y domine sus emociones.
- Esté atento a las necesidades comunicacionales del otro.
- Se muestre racional y negociador.
- Sepa dar "feed back" adecuado y oportuno.
- Se concentre en el tema sin dispersarse.
- Sea cortes y respetuoso.
- Haga preguntas
- Respetar las opiniones distintas.
- Tenga sutileza al expresar sus opiniones.
De manera contrastante a lo que ha sido expresado, veremos que un mal conversador: - Se distrae
- Cambia bruscamente el tema
- Es directo.
- Se muestra impaciente y nervioso o arrogante e impositivo.
- Intenta ganar la conversación.
- Acusa.
- Rechaza las opiniones contrarias.
- Habla más de lo que escucha.

- Muestra poca cortesía respeto por los otros y sus ideas.
Si desea usted tener éxito en sus conversaciones, utilice estas premisas de manera inteligente, sin dejar de prevenir que el tipo de persona, los objetivos y el contexto de conversación varían y deberá hacer los ajustes necesarios dependiendo de cada caso. Si tiene saber que tan buen conversador es y le cuesta autodefinirse, puede pedir a algunos amigos que le den su impresión.
En conclusión, un buen conversador tiene consciencia de sí mismo y de lo que sucede en sus conversaciones, por lo que permite que su interlocutor se sienta bien expresando con amplitud sus ideas y sentimientos. Un buen conversador, es amado por muchos y lleva en sí mismo, la semilla de un líder. Un mal conversador resulta frustrante y desagradable, y cierra su círculo de amigos y negocios, debido a su ignorancia e consciencia comunicacional.

Comunicarse, un acto creativo
Nuestro modus vivendi aumenta el riesgo de quedar aislados de los demás. Por eso es tan necesario mejorar nuestra comunicación en general, reivindicar el placer de la conversación y aumentar el interés por confrontar con los demás nuestras vivencias, opiniones y sentimientos.
Partiendo desde el principio, la comunicación es un acto creativo cuyo éxito no se mide sólo por el hecho de que el otro entienda lo que decimos, sino también porque aporte su propio mensaje. La interacción humana, la comunicación, es la base en la que se forja la convivencia, y una necesidad humana tan esencial como el descanso o la comida. Es en la comunicación donde la persona se construye como el ser complejo que es y donde se produce la socialización. Es un camino, una vía desde la que nos encontramos a nosotros mismos mediante el diálogo con los otros.

Las palabras, sin duda, son fascinantes y nos conviene disponer de un amplio léxico y usarlo con precisión y con toda la libertad posible. Ahora bien, las palabras no pueden aspirar a constituir la totalidad del mensaje, "son sólo el comienzo, detrás de ellas está el cimiento sobre el cual se construyen las relaciones humanas. El cuerpo es el mensaje " (La comunicación no verbal. Flora Davis. Alianza Ed.). Los expertos hablan también de la comunicación no verbal (apariencia física, postura, gestos, contacto corporal y expresión facial, especialmente la mirada y la boca), y del paralenguaje (tono, volumen y timbre de voz, cadencia, inflexiones y silencios). Algunos especialistas aseguran que del total de la percepción de los interlocutores con los que nos comunicamos, el 55% depende de nuestro lenguaje corporal, el 38% del paralenguaje y sólo el 7% de las palabras que utilizamos. En realidad, esta aseveración no es tan radical: nuestras experiencias más iniciáticas son necesariamente no verbales. Los bebés no hablan, pero aprenden sin parar. La verbalidad, viene después. Pero no nos engañemos, la palabra es insustituible. Palabra, voz y gestos forman, pues, un conjunto indisociable en cualquier conversación y, por extensión, en las relaciones humanas. Birdwhistell sostiene "que el lenguaje corporal y el hablado dependen uno del otro. Cualquiera de ellos aisladamente no nos dará el sentido completo de lo que una persona dice". Por eso nos parece tan importante ver a quien habla con nosotros, y no nos gusta abordar ciertos temas por teléfono.
Libertad de expresión
Conversar: una necesidad y un arte
Seamos conscientes de que nuestra forma de ser y estar en el mundo, el tipo de convivencia que creamos a nuestro alrededor, es entera responsabilidad nuestra.
Hablemos de nosotros y desde nosotros. Huyamos de los estereotipos y de las conversaciones exclusivamente banales.
Gestionemos positivamente nuestras limitaciones y miedos. A casi todos nos gusta la gente natural y sincera. Aunque no sea perfectos ni admirables.
Compartamos opiniones, sentimientos y emociones con quienes nos rodean. No seamos tan reservados, y hagamos saber a los demás lo que pensamos, necesitamos y queremos.
Atendamos a nuestra respiración, tono y modulación de voz: nos informan de nuestras emociones y ayudan a que transmitamos bien el mensaje. Tengamos en cuenta también nuestro movimiento corporal y expresión facial.
Miremos a la cara de la persona que tenemos enfrente, tanto cuando nos toca hablar como cuando escuchamos. Utilicemos la sonrisa como señal de aceptación y acercamiento, no como disimulo o para caer bien.
Escuchemos de verdad. Hagamos sentir a la otra persona que es importante para nosotros. Quien sabe escuchar y se interesa por los sentimientos de sus interlocutores, es más querido por los demás. Y sus mensajes son escuchados con más atención y cariño.
Aceptemos opiniones diferentes a las nuestras, aunque no las compartamos. Y reflexionemos sobre ellas.
Eliminemos los obstáculos que frenan la comunicación: acusaciones, exigencias, juicios de valor, prejuicios, generalizaciones o estereotipos, negatividades y silencios tortuosos.
Sepamos del espacio vital y de los límites que cada persona quiere mantener ante nosotros, para que no se sienta invadida en terreno que entiende exclusivo.
Reivindiquemos la ternura y la afabilidad en la charla. El riesgo de resultar empalagosos no debe desanimarnos
El arte de conversar
Para conversar en forma amena su voz debe ser amistosa sin tratar de controlar la conversación, ni levantar la voz. Sin prisa, para que las palabras suenen claras de manera calmada, relajada e informal.
Los buenos conversadores saben que, en toda conversación, se debe escuchar mas que hablar.
En los lugares externos o con personas a quienes no conocemos, debemos vencer la tendencia a evitar la comunicacion: i Sugiera ! Es fácil...
Solo se necesita entrar en el espacio individual de la otra persona de manera informal y calmada para no atemorizar o sorprenderla.
Mire a la otra persona cuando Él o Ella hable, pero cuando es usted quien habla, mire a otro lado de vez en cuando, para evitar intensidades que no concuerden con la conversación.
Siempre es despreciable transformar una conversación en discusión, sesión de instrucciones, analisis críticos o sermones.
Si usted se encuentra cansada, apesadumbrada, aburrida o de mal genio, no continúe en una conversacion.Puede que, algo que diga, dañe sus relaciones con otras personas por mucho tiempo.
El arte de preguntarSiempre que uno pregunta no se puede ser tan ingenuo como para que solamente le respondan con un sí o un no. Anime a la otra persona a explorar sus ideas. Anime sus preguntas indagando ¸¸¿quién, qué, cuándo, dónde, cómo y porqué ? Si desea información genuina haga que sus preguntas sean abiertas, de manera que el interlocutor opine lo que piensa; bueno o malo: -¿Qué piensa usted de esto (o lo otro)? Así usted estará preparado para lo que venga. Quien pregunta bien, lo hace sin revelar el objetivo de su pregunta; así el interlocutor hablará o responderá con mayor libertad. A la pregunta de: -¿Por qué compra usted en la distribuidora? Insta al comprador a dar la respuesta que (él) cree que se busca... Incluso es posible confundirlo deliberadamente. Dependiendo de lo que convenga analice esta otra forma de pregunta: -¿Cómo evalúa la distribuidora donde usted compra ? Es menos directa, más general, insta a conversar y, dado que el comprador no detecta el objetivo, es probable que, su respuesta sea sincera. Otro ejemplo: -¿Por qué prefiere usted esa máquina? Diga mejor: ¿Qué características busca usted en esa máquina? De esta manera la respuesta le proporcionará más información y, dependiendo de su habilidad, será aún más valiosa. De todas maneras si la respuesta a una pregunta general no le es del todo satisfactoria, usted siempre podrá hacer una pregunta directa, sin embargo, una vez que revele su objetivo no podrá retroceder. Así pues, prefiera preguntas genéricas y luego, para sacar aún más provecho: la pregunta directa, al detalle (justo al close up). Y ¡ por favor! haga preguntas cortas, referentes una por una a un solo punto. Algunos -sin técnica- hacen preguntas así: -Dígame, dedica usted mucho tiempo, con tantos ajetreos y productos existentes en el mercado, a estudiar los informes de los fabricantes y comparar costos ? Mejor, lógica y sin rodeos: ¿Cuánto tiempo le toma evaluar un producto? Así, pregunta y respuesta giran, estrictamente, en torno a la comunicación comercial.

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