martes, 11 de agosto de 2009

CRISIS ECONÓMICA NACIONAL E INTERNACIONAL

La crisis financiera de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos en el año 2006, que provocó aproximadamente en octubre de 2007 la llamada crisis de las hipotecas subprime. Las repercusiones de la crisis hipotecaria comenzaron a manifestarse de manera extremadamente grave desde inicios de 2008, contagiándose primero al sistema financiero estadounidense, y después al internacional, teniendo como consecuencia una profunda crisis de liquidez, y causando, indirectamente, otros fenómenos económicos, como una crisis alimentaria global, diferentes derrumbes bursátiles (como la crisis bursátil de enero de 2008 y la crisis bursátil mundial de octubre de 2008) y, en conjunto, una crisis económica a escala internacional.

LOS INICIOS DE LA CRISIS MUNDIAL

"El estallido de la crisis financiera de 2008 puede fijarse oficialmente en agosto de 2007. Fue cuando los bancos centrales tuvieron que intervenir para proporcionar liquidez", según George Soros. Cierto es puesto que los inicios de la crisis datan de mediados del año 2007, con los primeros síntomas de las dificultades originadas por las hipotecas subprime. A fines de 2007 los mercados de valores de Estados Unidos comenzaron una precipitada caída, que se acentuó gravemente en el comienzo del 2008. La confluencia de otros eventos de particular nocividad para la economía estadounidense (subida de los precios del petróleo, aumento de la inflación, estancamiento del crédito), exageraron el pesimismo global sobre el futuro económico estadounidense, hasta el punto de que la Bolsa de Valores de Nueva York sucumbía diariamente a 'rumores' financieros. Muchos opinan que esto fue lo que precipitó la abrupta caída del banco de inversión Bear Stearns, que previamente no mostraba particulares signos de debilidad. Sin embargo en marzo del 2008, en cuestión de días fue liquidado en el mercado abierto y posteriormente en un acto sin precedentes, la Reserva Federal maniobró un 'rescate' de la entidad, la cual terminó siendo vendida a precio de saldo a JP Morgan Chase.

Rápidamente, el impacto de las hipotecas de crisis provocó repercusiones más allá de los Estados Unidos. Pérdidas de los bancos de inversión ocurrieron en todo el mundo. Las empresas empezaron a negar de comprar bonos por valor de miles de millones de dólares, a causa de las condiciones del mercado. El Banco Federal los EE. UU. y el Banco Central Europeo trataron de reforzar los mercados con dinero, inyectando fondos disponibles a los bancos (préstamos en condiciones más favorables). Las tasas de interés también fueron cortadas, en un esfuerzo para alentar a los préstamos. Sin embargo, a corto plazo las ayudas no resolvieron la crisis de liquidez (falta de dinero disponible para los bancos), ya que los bancos siguen siendo desconfiados, por eso se niegan a otorgar préstamos a unos de otros. Los mercados de crédito se volvieron inmóviles pues los bancos fueron reacios a prestarse dinero entre ellos, al no saber cuantos malos préstamos podrían tener sus competidores. La falta de crédito a los bancos, empresas y particulares acarrea la amenaza de recesión, la pérdida de empleos, quiebras y por lo tanto un aumento en el costo de la vida. En el Reino Unido, el banco Northern Rock pidió un préstamo de emergencia para mantenerse, lo que impulsa a un run en el banco, 2000 millones de libras fueron retiradas por clientes preocupados. El banco más tarde se nacionalizó. En los EE. UU., el casi colapso de Bear Stearns lleva a una crisis de confianza en el sector financiero y el fin de los bancos especializadas en la sola inversión.

EL PÁNICO BURSÁTIL

Tras un respiro primaveral, los mercados bursátiles de Estados Unidos volvieron a una extrema debilidad, entrando oficialmente en caídas superiores al 20% en junio, lo cual se considera un mercado en retroceso extendido ('bear market'). Esto volvió a ser motivado por malas noticias en el sector financiero, con las primeras declaraciones de bancarrota, incluyendo la caída del banco IndyMac , la segunda quiebra más grande en términos de dólares en la historia del país, con el riesgo latente que otros bancos regionales también pudiesen terminar igual por la crisis.

La crisis tomó dimensiones aún más peligrosas para la economía de Estados Unidos cuando las dos sociedades hipotecarias más grandes del país, Freddie Mac y Fannie Mae, que reúnen la mitad del mercado de hipotecas sobre viviendas, comenzaron a ver sus acciones atacadas por los especuladores bajistas, a tal punto que a principios de julio, el gobierno de Estados Unidos y la Reserva Federal nuevamente tuvieron que anunciar un rescate para esas entidades financieras. Tal decisión creó consternación en varios sectores liberales, que adujeron que tales rescates solo empeorarían a largo plazo las prácticas éticas de los inversionistas, fomentando con dinero público la temeridad. Durante ese periodo, la FED, así como otros bancos centrales, continuaron inyectando liquidez al mercado, por valor de cientos de miles de millones de dólares, euros o libras esterlinas.

El 15 de septiembre, el banco de inversión Lehman Brothers pidió protección crediticia ante la ley, declarándose oficialmente en bancarrota. Mientras tanto, el banco de inversión Merrill Lynch fue adquirido por Bank of América, a mitad de su valor real. Los candidatos presidenciales de EEUU en ambos partidos y la prensa comenzaron a catalogar la situación de 'pánico financiero', 'crisis económica en el país' y de 'colapso'.

LA EXTENSIÓN A LA ECONOMÍA

Las economías de todo el mundo se ven afectadas por la carencia de crédito. Ciertos gobiernos nacionalizan los bancos, como en Islandia y Francia. Los bancos centrales en los EE. UU., Canadá y algunas partes de Europa tomar la coordinación sin precedentes de un recorte de un medio punto por ciento de los tipos de interés en un esfuerzo para aliviar la crisis.

Acciones han subido y bajado con noticias de los fracasos, las adquisiciones y de rescates. En parte, esto refleja la confianza de los inversores en el sistema bancario.[19] Si bien las acciones bancarias han sido golpeadas por deudas dudosas, los minoristas se han visto afectados ya que la confianza de los consumidores se ha desvanecido por la caída de los precios de la vivienda.

El dólar estadounidense sufrió un proceso constante de devaluación (el término correcto sería depreciación) y el déficit comercial que continuó batiendo récord. La ventaja exportadora por un dólar débil fue completamente anulada en el intercambio comercial por el alza de los precios del petróleo, del cual EEUU importa el 50%. Millones de familias comenzaron a perder sus hogares, e instituciones como General Motors, Ford, Chrysler y muchas aerolíneas empezaron a tener serias dificultades. Los índices de confianza del consumidor se situaron sus más bajos niveles históricos (algunos datan de los años 50), y se produjo un alza del desempleo en Estados Unidos y otros países desarrollados.

2009

Para marzo de 2009, los mercados bursátiles y de bonos han repuntado un poco. Además, se ha aliviado la presión sobre algunas firmas financieras de EE. UU. FMI reportó que los sistemas financieros de Europa, Estados Unidos y Japón registrarán entre 2007 y 2010 $4,1 billones en pérdidas- hasta ahora el sector bancario ha perdido $1 billón-. Para volver a los niveles de capitalización anteriores, los bancos necesitarán recaudar $875.000 millones en 2009. El FMI incluso propuso nacionalizar los bancos si fuese necesario. La acumulación de activos en problemas impide una recuperación económica: las pérdidas de crédito se proyectan mayores que las de EE. UU. Los bancos necesitarán más dinero fresco para sanear sus balances, según el FMI.

Medidas

Las autoridades económicas, desde el inicio de la crisis, han optado por diferentes soluciones: la inyección de liquidez desde los bancos centrales, la intervención y la nacionalización de bancos, la ampliación de la garantía de los depósitos, la creación de fondos millonarios para la compra de activos dañados o la garantía de la deuda bancaria. Las medidas parecen tener como objetivo mantener la solvencia de las entidades financieras, restablecer la confianza entre entidades financieras, calmar las turbulencias bursátiles y tranquilizar a los depositantes de ahorros.

Medidas gubernamentales

Desde finales de agosto de 2007, el gobierno estadounidense ha anunciado varias medidas para evitar las situaciones de impago de los hogares. Un primer plan de rescate para los bancos fue presentado oficialmente a principios de diciembre de 2007, con un doble objetivo: primeramente proteger a los hogares más frágiles, pero también encauzar la crisis. La principal medida destinada a limitar los impagos hipotecarios es congelar, bajo ciertas condiciones, los tipos de interés de los préstamos de alto riesgo a tipo variable. La administración Bush también anunció a principios de 2008 un plan presupuestario de relanzamiento de unos 150.000 millones de dólares, o sea el equivalente del 1% del PIB.

Buscando una solución a largo plazo, el gobierno de los EE. UU. otorgó un rescate de 700.000 millones de dólares para comprar la mala deuda de Wall Street a cambio de una participación en los bancos. El gobierno quería pedir préstamos en los mercados financieros mundiales y esperaba que la pueda vender los bonos malos en cuanto el mercado de la vivienda se hubiese estabilizado. El gobierno del Reino Unido lanzo su propio rescate, haciendo 400.000 millones de libras disponibles a ocho de los más grandes bancos del Reino Unido y a empresas de vivienda a cambio de participación al capital de ellas. A cambio de su inversión, el gobierno espera obtener una participación en los bancos.

Muchas medidas han tenido cierto proteccionismo según denunció la OMC: "Ha habido incrementos en aranceles, nuevas medidas no arancelarias y más países recurren a medidas de defensa comercial como acciones anti dumping". Desde el inicio de 2009 ha habido un "declive significativo" en el compromiso global con el libre comercio debido a la crisis económica global, dijo la OMC: en su informe de la OMC, el comercio global se contraería un 9% este año. El informe también enuncia ejemplos de las medidas que los países están tomando para proteger sus compañías y economías, desde aranceles a la importación de bolsas plásticas de Asia a Europa a la prohibición de juguetes chinos en India. Tan sólo en marzo, Corea de Sur incrementó los aranceles sobre el petróleo. México subió los aranceles a 89 productos estadounidenses, Ucrania impuso un arancel de 13% sobre todas las importaciones, EE.UU. subió los aranceles a las importaciones de tubos de acero chinos y Argentina impuso una licencia especial para la importación de juguetes. Argentina, Brasil, Canadá, Rusia, Ecuador y Ucrania han incrementado recientemente sus aranceles a la importación de zapatos, principalmente de China y Vietnam. Doce países han ayudado a sus industrias automotrices. EE.UU., Brasil y Francia han entregado generosos préstamos. India ha requerido licencias y Argentina ha fijado precios para la importación de auto partes. Diez países y la UE han incrementado los aranceles sobre el acero importado. Sin embargo, la OMC también aplaudió ciertos esfuerzos por promover el comercio global: Argentina ha eliminado los impuestos de exportación sobre 35 productos lácteos. Brasil ha extendido un programa de préstamos a los exportadores. China ha eliminado los aranceles de importación de placas de acero y Las Filipinas han recortado aranceles al trigo y cemento.

POLÍTICA MONETARIA

Desde el inicio de la crisis en agosto de 2007, los bancos centrales han demostrado una gran capacidad de reacción. Además han actuado a la vez para evitar una crisis bancaria sistémica y para limitar las repercusiones sobre el crecimiento. Asimismo, la Reserva Federal estadounidense flexibilizo la política monetaria inyectando liquidez y, eventualmente, actuó sobre los tipos de interés.

Los bancos se financian tradicionalmente tomando dinero prestado a corto plazo en el mercado interbancario. Pero la crisis financiera que empezó en 2007 se ha caracterizado por una gran desconfianza mutua entre los bancos, lo que llevo a un aumento de los tipos interbancarios. Las tasas interbancarias superaron por mucho la tasa directriz del banco central. Asimismo, los bancos centrales han intervenido masivamente para inyectar liquidez, esperando así reducir las tensiones del mercado monetario y restablecer la confianza. La política monetaria se ha caracterizado también por una extensión de la duración de los préstamos, una ampliación de las garantías y la posibilidad de obtener refinanciación.

Además de proveer liquidez, para reducir el impacto de la crisis financiera sobre el crecimiento, la Fed ha bajado considerablemente su tipo directriz, que ha pasado del 6% a principios de 2007 al 0,5% a finales de 2008. En cambio, el BCE no ha bajado su tipo directriz.

Por fin los bancos centrales desempeñaron la función de prestamista de última instancia (PUI), al prestar fondos adicionales a los bancos tomando sus activos como garantía. Desde el principio de la crisis, el Banco de Inglaterra tuvo que nacionalizar temporalmente en febrero de 2008 el banco hipotecario Northern Rock, y en marzo de 2008 la Fed tuvo que acudir a la ayuda del banco de inversión Bear Stearns.

El 23 de marzo de 2 008, el presidente de BCE, Jean-Claude Trichet afirmó que Europa no necesitaba aumentar los gastos para poder combatir la crisis financiera global. En su lugar, propuso que los gobiernos deberìan actuar con rapidez en implementar las medidas ya anunciadas. Basò sus medidas en que estas corresponde a la gravedad de la situación.

En marzo de 2009, Timothy Geithner (secretario del Tesoro de Estados Unidos) anunció la creación de sociedades público-privadas que compraran los préstamos y valores tóxicos de los bancos. El fin es que los inversionistas ganen grandes cantidades de dinero, a fin de que aliente las inversiones en este sector, para que se revitalize los mercados financieros relacionados con préstamos y valores. Asi, según WSJ: "Si un banco tiene un préstamo hipotecario de US$100 que logra venderle a una entidad pública-privada por US$84, los inversionistas privados contribuyen apenas US$6. El Tesoro pone US$6 y el Fondo de Garantía de Depósitos (FDIC) de EE.UU. garantiza un préstamo por US$72". Uno de los inconvenientes podría ser que los bancos rehusen vender los activos a un precio inferior que al de los libros, pues se agotarían sus reservas, lo que procedería a cerrarlos o aceptar el dinero de los contribuyentes.

Borrachera de dinero

Muy pocos predijeron la crisis. Todo empezó con una drástica bajada del precio del dinero, que supuso una masiva inyección de liquidez en la economía y una relajación del crédito. Éstas son las causas de una catástrofe gestada entre bancos, inversores, tomadores de hipotecas, bancos centrales, aseguradoras y fondos.

Todo empezó en 2003, cuando el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, empezó a hablar del peligro de deflación, es decir, de una caída de los precios. Ése es uno de los fenómenos más peligrosos en una economía, porque si los precios caen, es que la gente no consume. Así que Greenspan, con la ayuda de uno de sus más cercanos asesores en la Fed, Ben Bernanke, promovió una drástica bajada del precio del dinero hasta El 1%. Eso supuso una masiva inyección de liquidez en la economía y una relajación del crédito. Greenspan, así, incumplió la que debe ser la primera obligación de un banco central, que es «llevarse el alcohol cuando la fiesta todavía no ha acabado», por utilizar la frase de William McChesney Martin, que dirigió la Fed en los años 50 y 60. El banco central inyectó más dinero de la cuenta en EEUU.Y el resultado fue una borrachera. Y de las grandes.

Con el exceso de liquidez, los bancos empezaron a conceder créditos inmobiliarios a más y más gente. ¿Por qué? Porque, con el precio del dinero oficial tan bajo, apenas les quedaba margen de beneficios en las cuentas y depósitos. La clave era crear hipotecas, en las que el cliente pagaba un interés, con lo que el banco obtenía un beneficio.

Al principio, los grandes bancos rechazaron entrar en ese juego, porque se estaban empezando a romper todas las normas de control de riesgos. Pero, ante los avances de la competencia, ellos también tuvieron que empezar a hacerlo. Así, en poco tiempo, se estaban concediendo 'liars loans' ('créditos mentirosos') a personas que no sólo no cumplían los requisitos necesarios para acceder a ellos, sino que estaban mintiendo sobre sus ingresos (frecuentemente, con el respaldo de los bancos). Greenspan animó, además, a que los estadounidenses tomaran hipotecas a renta variable, algo poco frecuente en EEUU.

A su vez, los bancos vendían esas hipotecas. En otras palabras: las transformaban en bonos y las colocaban en el mercado de renta fija. Con esa estrategia, en teoría, se diversificaba el riesgo. Y, para diversificarlo aún más, empezaron a mezclar diferentes tipos de hipotecas y de activos en un mismo bono. De esta manera, todos estaban contentos. El consumidor, porque accedía a hipotecas baratas, frecuentemente con un periodo de carencia de dos años hasta que los intereses empezaban a variar. El banco, porque tenía clientes y a su vez se deshacía de esas hipotecas, algunas de las cuales, evidentemente, iban a presentar problemas cuando la Reserva Federal subiera los tipos de interés. Los tenedores de bonos, porque tenían numerosos activos a su disposición que, además, podían asegurar sin problemas, porque las agencias de calificación de riesgos, que miden la solvencia de las emisiones, daban a esos títulos calificaciones excelentes.

Después, las cosas se complicaron. Los bancos aprovecharon para sacar de sus balances los bonos basados en hipotecas. ¿Cómo? Creando 'conduits' o vehículos especiales de inversión, que son entidades vinculadas al banco pero jurídicamente independientes de él. Esos 'conduits' compraban las hipotecas, con lo que éstas no estaban en el balance de los bancos. A su vez, los bancos empezaron a prestarse dinero unos a otros utilizando como garantía esos créditos hipotecarios. Y entraron los 'hedge funds', que son fondos que no están regulados, por lo que suelen correr riesgos mucho más grandes. Éstos también compraban y vendían bonos, y se endeudaban utilizando esos mismos bonos como garantía.

En esencia, eso fue lo que pasó. Todos estaban comprando, vendiendo y asegurando unos bonos muy peligrosos, y a su vez se estaban endeudando (frecuentemente para adquirir más bonos) usando esos bonos como garantía.

A partir de 2004, la Reserva Federal empezó a subir los tipos de interés. Pero lo hizo de una forma extremadamente gradual, con lo que la fiesta no terminó. Sólo a finales de 2006, la combinación de unos tipos más altos y el final del periodo de carencia en muchas hipotecas empezó a hacer mella en quienes habían contratados créditos 'subprime', es decir, de alto riesgo.

Y ahí fue cuando el castillo de naipes empezó a venirse abajo. Los primeros impagos cuestionaron la solvencia de todo el sistema. ¿por qué? Porque los bonos incorporaban hipotecas (y otros activos) de diverso tipo. Y nadie sabía si lo que había comprado valía algo o no. O si los bonos que su socio había utilizado como aval para pedirle un crédito tenían algún valor. La Reserva Federal y los demás bancos centrales occidentales respondieron inyectando más liquidez en la economía, con la esperanza de que, con más dinero en circulación, el mercado se desatascara. Pero el miedo era demasiado grande. Un miedo comprensible. Hasta la fecha, la crisis ha costado al sector financiero alrededor de 700.000 millones de euros en pérdidas. Y la factura final puede ser el doble, sobre todo a medida que los bancos europeos, que hasta ahora no han declarado lo que han caído sus activos, empiecen a admitir sus minusvalías.

Es así como hemos llegado a la actual situación, en la que se da lo que se llama una contracción del crédito. Nadie presta dinero a nadie porque nadie sabe si el otro es solvente. El pánico es tan grande que las entidades financieras han dejado de conceder créditos a las empresas que no están involucradas en estas operaciones y a los consumidores. Ahora, EEUU espera solventar la crisis haciendo que el Estado compre a las empresas financieras casi 500.000 millones de euros de esos bonos a los que ya se denomina «activos tóxicos». Y la UE está debatiendo una medida similar en Europa, con un costo de otros 300.000 millones. El problema es que esas actuaciones no solucionarán todo el problema. Y, además, puede que lleguen demasiado tarde para evitar una recesión mundial.

La amenaza de la recesión social

Las pérdidas de empleos van en aumento…

En el último trimestre de 2008 y el primer trimestre de 2009 se ha experimentado una rápida y sincronizada caída de la inversión, el consumo, la producción y el comercio en todo el mundo, que ha dado lugar a pérdidas masivas de empleo en muchos países.

En 2008, el desempleo a nivel mundial aumentó en 14 millones, y las tendencias actuales apuntan a un continuo y grave deterioro de la situación. En los Estados miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), más de siete millones de personas pasaron a engrosar las listas del desempleo entre enero de 2008 y enero de 2009. En los Estados Unidos, se perdieron 5,4 millones de empleos entre julio de 2008 y febrero de 2009. El desempleo se elevó al 8,5 por ciento de la fuerza de trabajo en marzo de 2009, pero superó el 14 por ciento si se toman en cuenta las personas que trabajan a tiempo parcial involuntariamente 4. España registró una pérdida de 766.000 puestos de trabajo en el primer trimestre de 2009 y su tasa de desempleo se disparó al 17,4 por ciento, lo que representa más de cuatro millones de personas desempleadas. La tasa de desempleo en Irlanda pasó del 4,9 por ciento en el primer trimestre de 2008 al 10 por ciento en febrero de 2009. Suecia y Turquía también registraron rápidas pérdidas de empleo. En la Federación de Rusia, el número de desempleados aumentó en dos millones de personas entre mayo de 2008 y enero de 2009. En la República de Corea, se perdieron 1,2 millones de puestos de trabajo entre junio de 2008 y febrero de 2009. Desgraciadamente, estas tendencias persisten en la mayoría de los países de la OCDE.

Los países en desarrollo se han visto especialmente afectados por las pérdidas de empleo en las industrias de la economía formal, en su mayor parte orientadas a la exportación. Estas pérdidas de empleo tenderán a aumentar el número de trabajadores de la economía informal, con inclusión de la agricultura, exacerbando así la competencia entre las ocupaciones de bajos ingresos. En Sudáfrica, el desempleo total aumentó ligeramente en el cuarto trimestre de 2008 (0,3 por ciento), pero se perdieron 39.000 empleos remunerados en los sectores de la minería, la manufactura y los servicios financieros. La tasa de desempleo se mantuvo en un 21,3 por ciento en el cuarto trimestre, pero el número de trabajadores desalentados en busca de empleo (más de un millón de personas) aumentó en un 9,1 por ciento en relación con el tercer trimestre de 2008. En China, se estima que la migración a gran escala de trabajadores desde las industrias de exportación situadas en las zonas costeras hacia las provincias rurales occidentales es del orden de 20 millones de trabajadores. Los países de emigración laboral, como la India, Pakistán y Filipinas, pero también Ecuador, El Salvador y los países de Europa Oriental, se ven muy afectados por el regreso de miles de trabajadores migrantes. En América Latina, el desempleo aumentó de un promedio del 7,5 por ciento en 2008 al 8,5 por ciento en el primer trimestre de 2009.

La crisis está afectando a las industrias y sectores económicos de muy distinta forma. Las industrias exportadoras, el sector manufacturero y el sector de la construcción fueron los primeros expuestos. En los Estados Unidos, la contracción del empleo del 2,2 por ciento (3,1 millones de empleos) entre diciembre de 2007 y diciembre de 2008 corresponde casi en su totalidad (más del 92 por ciento) a las pérdidas sufridas en cuatro sectores (por orden decreciente): manufacturero, servicios profesionales y empresariales, construcción y comercio minorista. Se observan tendencias similares en otros países.

Las pérdidas de empleos han sido provocadas por la caída de la demanda de bienes y servicios de las empresas. El número de quiebras está aumentando en todas las regiones. El FMI señala que los balances de empresas no financieras de todo el mundo se deterioraron drásticamente después del 6 septiembre de 2008, y está previsto que sigan empeorando en el contexto de la agudización de la recesión mundial

.

Las previsiones actuales apuntan a niveles elevados y persistentes de desempleo y pobreza…

En enero de 2009, la OIT consideró tres posibles hipótesis con respecto al aumento del desempleo y la pobreza de los trabajadores como resultado de la crisis económica. La peor hipótesis evocada sugería que, en comparación con 2007, a finales de 2009 podía haber un aumento del desempleo mundial de más de 50 millones y que unos 200 millones de trabajadores podían verse sumergidos en una situación de extrema pobreza. La evolución reciente de la crisis y el seguimiento continuo de los mercados de trabajo indican que las tendencias actuales se sitúan en el orden de las peores previsiones.

A finales de marzo de 2009, la OCDE preveía una tasa de desempleo de dos dígitos en la zona de la OCDE para finales de 2010, que sería del orden del 10,1 por ciento en el cuarto trimestre. Los trabajadores temporeros y otros trabajadores con contratos atípicos o que carecen de contrato son los primeros en sufrir los efectos de la crisis.

Los Ministros de Agricultura del G-8, junto con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), recordaron en abril de 2009 cuán lejos estaba el mundo de alcanzar el objetivo de reducir a la mitad la proporción de personas mal nutridas para 2015 en el contexto de una recesión económica que está agravando los efectos de la crisis alimentaria, lo que ha elevado el número total de personas que padecen hambre a casi 1.000 millones.

Se prevé que disminuya la renta per cápita en los países que representan las tres cuartas partes de la economía mundial. El Banco Mundial estima que 53 millones de personas más serán empujadas a la pobreza (es decir, deberán subsistir con menos de 1,25 dólares de los Estados Unidos al día) como resultado de la crisis tan sólo en 2009, lo que representa un importante revés para los esfuerzos mundiales encaminados a reducir la pobreza.

Entre tanto, la fuerza de trabajo sigue creciendo…

En todo el mundo, la fuerza de trabajo (o población económicamente activa), que hoy se eleva a 3.300 millones de personas, se está incrementando cada año con la llegada de unos 45 millones de personas que buscan empleo.

Decenas de millones de jóvenes están a punto de abandonar la escuela e ingresar en un mercado de trabajo deprimido. La falta de oportunidades de trabajo decente para quienes apenas inician su vida laboral pudiera comprometer permanentemente las perspectivas futuras de empleo de los jóvenes.

De la crisis del empleo a la recesión social

La gente está padeciendo con esta situación. Detrás de cada empleo perdido hay un drama personal, una familia en grandes dificultades y una crisis social. La incertidumbre y la disminución de los ingresos alimentan la inseguridad. Cuando el desempleo se prolonga, los trabajadores pierden progresivamente sus competencias laborales. El desempleo agrava el estrés, las enfermedades y la pérdida de la autoestima, todo lo cual genera un estado de angustia personal. El aumento del desempleo está relacionado con el aumento de la tasa de suicidios. Para quienes desean trabajar, cada día transcurrido sin empleo es sinónimo de mayores tensiones y menores probabilidades de volver a encontrar un trabajo 18. Hay ahora trabajadores calificados del sector formal que se están dedicando a actividades provisionales en la economía informal, donde están sometidos a condiciones laborales más desfavorables.

Las recesiones afectan a las mujeres y a los hombres de diferente manera. Sobre todo en los hogares de menores recursos, la pérdida del ingreso de la mujer puede tener en el largo plazo más efectos negativos que la pérdida del ingreso del hombre 19. Por lo que se refiere a los niños, la incidencia de la recesión en su salud y su educación futuras puede ser desastrosa, lo cual condena a las familias a una pobreza persistente 20. Las medidas de austeridad fiscal, que suelen afectar la calidad y la disponibilidad de los servicios públicos, obligan a las familias y sobre todo a las mujeres y las niñas a asumir mayores responsabilidades en la prestación de cuidados.

La propia crisis es producto de los crecientes desequilibrios sociales que han acentuado la distribución desigual de los beneficios del crecimiento, tanto entre los países como en cada uno de ellos. En particular, las clases medias, que constituyen la base de la estabilidad social y política, se han venido debilitando a medida que ha ido disminuyendo la parte que reciben del ingreso nacional total y aumentando la polarización.

La crisis amenaza con socavar los derechos de los trabajadores y de sus familias, debido a las supresiones masivas de puestos de trabajo, a la falta de oportunidades para quienes buscan trabajo por primera vez y al deterioro de las ya precarias condiciones de la economía informal.

Los derechos fundamentales en el trabajo se debilitan cuando las reducciones de personal cobran un carácter discriminatorio y afectan en primer lugar a los más vulnerables, es decir, los trabajadores migrantes, las mujeres y los jóvenes. Se dejan de respetar entonces los convenios colectivos negociados libremente, y los trabajadores se ven obligados a renunciar a niveles salariales y prestaciones que han alcanzado a costa de grandes esfuerzos, para no perder a cambio todas las eventuales posibilidades de conservar su empleo y sus ingresos en el futuro. En tales circunstancias, en muchos países está aumentando el riesgo de las soluciones baratas, como el trabajo clandestino o el trabajo infantil, e incluso el trabajo forzoso y obligatorio. De momento, no está claro cuáles serán las repercusiones de tal situación, que podría alimentar la xenofobia y la división social.

La crisis social que se avecina aumenta los riesgos de inestabilidad

El sentimiento de injusticia es cada vez mayor, lo cual crea tensiones sociales. De acuerdo con un índice de inestabilidad política elaborado por la Economist Intelligence Unit, de la revista The Economist, en 95 de 165 países examinados hay un riesgo alto o muy alto de inestabilidad. En el caso de otros 53 países, el riesgo de inestabilidad se califica como moderado, y sólo 17 países, casi todos con un elevado nivel de desarrollo, reciben una calificación de bajo riesgo. En varios países ya se han producido crisis políticas y grandes manifestaciones de protesta.

Según el Director Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos, «… a corto plazo, el principal motivo de preocupación de los Estados Unidos en materia de seguridad lo constituyen la crisis económica mundial y sus repercusiones geopolíticas» 25. Asimismo, este responsable explicó que las crisis económicas que duraban más de uno o dos años aumentaban el riesgo de que la inestabilidad generada se transformara en una amenaza para los regímenes de gobierno.

Si no es controlada, la crisis mundial del empleo y de la protección social que afecta a las familias de los trabajadores y las comunidades locales terminará convirtiéndose en una crisis política de proporciones mucho mayores. El tenaz fermento de la recesión social ya está en acción. Estas tensiones acrecientan la gran inquietud provocada por los precios persistentemente altos de los alimentos, las grandes disparidades de ingreso entre ricos y pobres y el debilitamiento de las clases medias.

Seguidores